martes, agosto 09, 2005

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11 de febrero de 2008.

Entra en la iglesia y repite para sí la misma plegaria.

Recuerda cierto cuadro: San Pedro mártir curando la pierna de un muchacho. Lo ha mencionada antes, en un blog donde ya no escribe.

La iglesia se llena de murmullos de palomas. El murmullo es tal que la plegaria, la propia, se vuelve un canturreo del cuerpo, un pliegue del mismo que ronza y lastima.

Martirio del cuerpo por el cuerpo. Pero no hay revelación.


Texto original de la entrada:
Vivarini: nombre de una familia de pintores venecianos cuyos principales miembros fueron: Antonio (m. 1480?), uno de los mejores dibujantes de su época; Bartolomeo (m. 1499?), hermano y discípulo de antonio, y Alvise (1446?-1503?), hijo de Antonio y discípulo de Bartolomeo.





San Pedro Mártir curando la pierna de un muchacho:
Antonio Vivarini, c1440, Metropolitan Museum of Art, New York



1 comentario:

Francisco dijo...

Notas al texto:

1. Llegué al cuadro de Vivarini gracias a la costumbre de leer, de vez en cuando, los casi treinta tomos de un diccionario enciclopédico que he frecuentado desde la infancia.

2. El texto agregado en el 2008 es una variación de algo que me ocurrió en 2002. Un día, al bajar las escaleras principales de la Facultad de Filosofía, percibí claramente el aroma de la mujer que amaba en esos días. No había forma de explicar su presencia: era de noche, la hora antes del cierre, y el lugar estaba completamente vacío. Recuerdo que me detuve en la oscuridad, parado en los escalones. Podía escuchar el canturreo de las palomas. Creí que tendría una especie de revelación, era inminente , pero no fue así: el aroma desapareció de pronto. Durante años he tratado de escribir el episodio. No he podido.