habiendo atado su cabello al mío,
se ofrece en la penumbra?
¿Qué agridulce, qué aroma
es este que sube desde el hocico
de un animal cualquiera?
Par a par yugulando,
matarife cualquiera pues no importa.
Chillamos, beberemos
con cierto regocijo sobre un lecho:
leche, miel, amapola.
Los mismos que un día tejieron nuestros
cabellos, mujer, han de desatarlos.
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