jueves, agosto 25, 2005

xxii

Tu aroma permanece.

Leía a Juan Luis Maneiro y a Manuel Fabri: Vidas de Mexicanos Ilustres del S. XVIII. Libro lleno de exordios, alabanzas y panegíricos. He recordado aquellas palabras, las tuyas. No he podido sino buscar el rastro de tu aroma, los pequeños matices, el ínfimo punto desde el cual tu olor se desdobla para llenarlo todo.

Se dice, por ejemplo, que Campoy murió de gangrena, con la ingle inflamada por humores corrompidos. Yo digo que es una atroz coincidencia, insisto en no abandonarme a los presagios.

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