martes, noviembre 15, 2005

lx

Vomitar sobre tu rostro, eso quiero. Dejar de lado las trampas del discurso (el amoroso, si se quiere, el simple coqueteo, la palabrería con la que solemos acercarnos al otro) . Me gustaría sobre tu boca abierta, me gustaría antes o después de los golpes, poco importa. Eso, y meterte un puño en el culo hasta que chilles. Sí, exagero. Me gustaría ver tu rostro mientras te cuento esto. ¿Y si te ofreciera, quién sabe cómo, hacer conmigo lo que gustes, lo que estés dispuesta? La pregunta es la misma: ¿cómo seducirte? Tendría que escribir buscando sublimar la violencia, o bien, describiéndola de tal modo que pasara de ser una simple provocación a algo que pudiera resultarte atractivo. Un ejemplo: " (...) una buena manera sería diciéndote que cada que vez que he tenido la oportunidad de ejercer el abuso no me he atrevido. Eso, que soy un mojigato de mierda, un niñito bobo incapaz de romperle la boca a una mujer". ¿Qué papel te viene mejor: víctima o victimario -si es que los opuestos se cumplen y, más prestamente, se complementan-? Todavía: ¿cómo seducirme?, ¿cómo lograr que toda esta perorata me resulte atractiva?, ¿para qué tanto tumbo con un deseo que, en su aparente radicalidad e intimidad, se encuentra ahora expuesto de manera pobre y grosera? Porque lo más seguro es que si fuera mi intención seguir escribiendo ahora, si continuara, sólo lograría enumerar un par de lugares comunes, una violencia que no es la propia, una desproporción. La pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo seducirnos?, ¿cómo?

No hay comentarios.: