jueves, noviembre 03, 2005

lii

Me gustaría volver a quemarme, ya no por un arranque de histeria, ya no como parte de un arrebato "emotivo", ya no para "castigar" a alguien queriendo hacerla sentir culpable, ya no para llamar la atención. Quiero hacerlo con la certeza, ésta que me acompaña, de que puede ser una experiencia "distinta", del lado del goce. Me gusta calcular, desde ahora, la posibilidad de procurarme aquello en una situación diferente, en la que el cuerpo, la moral del mismo (a saber, la mía) se encuentre en entredicho. Me gustaría ser quemado por alguien más mientras me asfixia (digamos con una cuerda, un lazo), eso, o mientras me humillan, feminizado, arrancado de toda salvaguarda (yo soy un hombre y un hombre nunca hace esto). Con todo, no deja de ser un riesgo calculado; con todo, la noción de límite permanece. No me queda sino atrever de propia mano, por ahora. Me imagino como cuando era adolescente, con un cinturón al cuello, asfixiándome mientras me procuraba un poco de extenuante, amarillento placer. Me imagino quemando una vez más mi muslo izquierdo. Eso, o haciéndolo sólo por el dolor, sólo por la sensación de abandono. Me imagino quemando las heridas de mi brazo izquierdo, como intentando borrarlas.

1 comentario:

Carolina Zorrilla dijo...

Sólo sé de uno de todos esos placeres que nombras. Borrar las cicatrices no creo que sea buena idea pensando desde la conveniencia de otros aficionados.