miércoles, noviembre 09, 2005

lvi

Carta abierta a la Carolina:

¿Qué hay detrás de la enunciación -gozosa, por qué no- de la intimidad? Algo debe de haber más allá de la simple exhibición, del recuento egotista del Yo y sus pequeñas miserias (esas que tenemos por recuento épico, primero, imperativo, y sobre el cual volvemos siempre para decir: este soy yo, esto lo que me acompaña) ¿La exhibición como parte de un juego de seducción?, ¿la simple exhibición lasciva, obscena, grosera, como un fin en sí mismo?, ¿la exhibición como una suerte de introspección enfermiza, “onanista”?, ¿la exhibición como pornografía del otro, como radicalización y empobrecimiento del deseo? (...) Note usted que he escrito “empobrecimiento del deseo”, y no su contraparte, que resulta más obvia: “posibilidad, desdoblamiento del deseo hacia el otro”. Ya sé, no me digas. Hay todo de torpeza al escribirte. Háblame del auto flagelo, del tuyo. Yo le hablaré del mío, a su tiempo. No te importe, yo pagaré el precio, puntualmente, si es que lo hay. Tal vez no exijas nada del voyeur, tal vez sólo te abandones a la mirada del otro sin pedirle ni la cuarta parte. Yo exijo un poco de atención, sabelo. Eso, hablado está: "haya comercio entre nosotros".

Francisco.

1 comentario:

Carolina Zorrilla dijo...

Abierta de un lado, tambièn.