sábado, noviembre 26, 2005

lxii

La Carolina me dice que tiene una paloma ciega y con el cuello roto. Ciega y loca, dice-. La encontró en la mañana. Le he dicho que son la una para la otra.

Me dice que le ha puesto por nombre Ameana, que tiene que matarla, que es necesario hacerlo.

Ni siquiera tiene que decírmelo: la semejanza es siempre insoportable.

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