domingo, septiembre 04, 2005

xxvii



i

Siempre que los hombres han deseado ser mujeres, han deseado -esencialmente- ser putas.

Los inválidos, los deformes, nos turban espiritualmente porque son la prefiguración de una de nuestras posibilidades.

La muerte quizá, el olvido, la nada, es lo que media entre la sensación y el hecho que la produce.

ii

Tú te reíste entonces y echaste a correr mientras las olas te tocaban los pies. ¿Cómo era posible todo esto si nunca habíamos salido de aquel cuarto y aquel cuarto pertencía a una casa y esa casa estaba situada en una calle, conocida y precisable, de una ciudad de tierra adentro? ¿Quién eres, pues, que así te presentas hecha toda de sombras a pesar de tu traje blanco de enfermera?
Es preciso nos hagamos de nueva cuenta la misma pregunta: ¿somos la materialización del deseo de alguien que nos ha convocado, de alguien que nos ha construido con sus recuerdos, con sus sombras que nada significan?

iii

COLOFÓN
La muerte es la operación del espíritu por la que tú, lector, y yo, autor de esta escritura, perdemos la importancia; aun si nuestra relación queda incólumne.


Salvador Elizondo

2 comentarios:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Antes que la muerte llegue acometemos en lo que somos, en esta desventura. Y a veces, somos felices, mas dura tan poco...

asco dijo...

Tu lugar me pone más que melancólico.